“En el arte y pienso que también
en la ciencia, la emoción
y la cognición son interdependientes:
el sentimiento sin entendimiento es
ciego y el entendimiento sin sentimiento es vacío”
N. Goodman.
Introducción
Para
empezar, quiero agradecerle a la Profesora Francia Elena Goenaga por invitarme
a presentar aquí, en la Universidad de los Andes, un tema que con toda
sinceridad me apasiona. También a Fabián Oliveros, colega, graduado aquí en el
alma mater de ustedes, por mediar para que se diera este momento. También
quiero agradecerles a ustedes, los estudiantes por darle un auditorio y un
sentido a estas palabras. Estar aquí es de hecho un reconocimiento a un trabajo
dedicado, pero respecto del cual no es común dar con interlocutores. Esa característica
del tema supone cierto plus de exigencia a la atención de ustedes ahora…
También creo conveniente comentarles que preferí escribir (y leer) estas
palabras para no arriesgarme a desviarme de este discurso que trata sobre un
tema tan delicado e inhabitual.
Bien,
he titulado esta presentación de la obra de Fernando Zalamea Traba, “El
pragmatismo, bases filosóficas de una Teoría (particular) de la Literatura
Latinoamericana Contemporánea”, porque esa fue la intuición que desarrollé
mediante mi trabajo de grado en Estudios Literarios en la Universidad Nacional
de Colombia. No está la palabra “particular” en la diapositiva… pero bien
podría cambiarla por la frase “sui géneris” o si prefieren una palabra más de
Zalamea diríamos “Transmoderna”; en tal caso quedaría así: bases filosóficas de
una Teoría Transmoderna de la Literatura Latinoamericana Contemporánea.
Esta
conferencia se divide en tres partes. Cada una está pensada para más o menos 20
minutos de presentación, al final de los cuales recogeremos las preguntas que
puedan surgir en el desarrollo de la lectura y atenderemos temas en los que
ustedes quieran hacer cierto énfasis. En la primera parte abordaremos detalles
que caracterizan a Zalamea y su obra; en la segunda veremos la sección teórica
y metodológica del ensayo Signos triádicos, y en la parte final veremos un
ejemplo de las lecturas que, en el cuerpo de ese ensayo, él realiza sobre cinco
obras literarias específicas. Propondremos algunas conclusiones y nos ocuparemos
de las cuestiones que aun queden por tratarse.
Primera parte
La primera etapa de este recorrido está guiada por estas preguntas: ¿Quién es
Fernando Zalamea? y ¿qué lugar ocupan los Estudios Literarios en su obra?
La ascendencia de Zalamea fue estudiada por uno de sus sobrinos lejanos. Es un
árbol extenso del cual cabe destacar al abuelo, el poeta Jorge Zalamea, muy
conocido por su libro El sueño de las escalinatas; al papá,
Alberto Zalamea, especialmente conocido por su participación en la escritura de
la Constitución del 91; a la mamá, Martha Traba, de quien aquí, sin duda, han
oído hablar; al segundo esposo de ella, Ángel Rama; determinante en los temas
que Fernando Zalamea trata al acercarse a Latinoamérica y en la disciplina y el
rigor con que lleva a cabo esos acercamientos; y al hermano artista plástico:
Gustavo Zalamea.
Fernando
Zalamea empezó a estudiar Filosofía antes de cumplir 17 años. Tres años después
empezó a estudiar su maestría en Matemáticas y fue reconocido Doctor en esa
ciencia antes de cumplir 31 años.
Se ha
dedicado a estudiar la obra del filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce,
dirige un grupo de investigadores que contribuyen al desarrollo de las
matemáticas sobre esa base e intenta explorar las diversas implicaciones
culturales de las lógicas no clásicas.
Con esos intereses, esa formación y ese terreno de estudios recorrido, Zalamea
entreteje tres hilos intuitivos:
i. El
modelo filosófico que sintetiza a partir de los innumerables folios manuscritos
que dejara no ordenados el filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce;
ii. Los
tránsitos de Bajtín: sus “cronotopos”, en la frontera entre el espacio y el
tiempo), sus dialogismos –entre el discurso propio y el discurso ajeno– y sus
polifonías de axiologías modales, en camino a la disolución del autor…y,
iii.
El romántico borrador general de Novalis cuya lectura Zalamea considera
imprescindible si se tiene la intención de formular con toda precisión los problemas
culturales contemporáneos.
Los «tránsitos»… Una definición precisa para este concepto, yo no la tengo, y
quizás no sea posible obtenerla… me lleva a pensar, eso sí, en la noción de
límite y en la de frontera. Sabemos que el límite cumple una función dual: por
una parte permite diferenciar, distinguir, delimitar. Pero al tiempo genera
zonas de integración de aquello que en principio diferenció. En ese ámbito, en esa
zona de frontera, se establece un entramado de micro sistemas de intercambio…
los tránsitos o también pasajes son la base material de esos sistemas.
Todo
el Pragmatismo de Peirce, fue estudiado por Zalamea como un sistema filosófico
que concentra su teoría del conocimiento en las mediaciones, en los mediadores,
en los tránsitos.
Warburg
estudió la actualización europea de la iconografía antigua y la relación entre
pensamiento mágico y pensamiento racional. Cassirer mezcló el idealismo
hegeliano con la crítica kantiana para proponer una teoría de las formas
simbólicas que diferencia, y así vincular… el lenguaje, el mito, la religión y
la ciencia. Toda la obra de Benjamin es un recorrido por los tránsitos, por los
pasajes. Auerbach en su estudio de la figura… se ocupa de una modalidad
concreta del tránsito.
Por
último, los ensayistas latinoamericanos, en su inquietud identitaria han
desarrollado incansables discusiones relativas a la teoría de los tránsitos.
Conceptos como el de “razonabilidad” o el de “transculturalidad” pueden
entenderse como hipónimos del especialmente abstracto concepto de tránsito.
La expresión que define el paradigma de su obra, la palabra Transmodernidad,
condensa la definición de una época concentrada ya no el yo (o lo subjetivo), ni
en el tu (lo intersubjetivo), ni en el ello (o lo objetivo)… sino en los
pasajes que los relacionan, en esos espacios por lo que transitan las diversas
modalidades del dinamismo de la vida.
Los 22 estudios de matemáticas y los 18 de lógica
matemática sustentan meticulosamente esa expresión; los 16 que se ocupan
directamente de ella, la sistematizan; los 9 acercamientos a la estética (la
literatura incluida) concretan sus efectos en las bases de la cultura; y sus 13
aplicaciones a problemas culturales generalizan esa justificación práctica de
su macro-propuesta. Sin duda, con su trabajo entregado Fernando Zalamea ha
creado para sí un lugar entre los grandes pensadores de nuestro tiempo.
El año 2009 fue importante en términos de su producción intelectual. Ese año
dio por concluidos 12 artículos especializados y cuatro ensayos extensos. Todos
sus campos de interés dieron frutos. Esta enorme y diversa serie de
ofrecimientos sería impensable sin su paso por el ensayo «Signos triádicos…»
cuyo contenido tiene, entre otras, implicaciones de gran escala en el campo de
los estudios literarios. Como trataremos de verlo en la última etapa de esta
conferencia. De los artículos que terminó ese año, recomiendo especialmente el
que dedica a Friedrich Schiller.
En 2004 hizo su primer acercamiento a la relación entre matemáticas y estética.
En 2008 se ocupó de recuperar la importancia de Arguedas, vital en el trabajo
abruptamente interrumpido de Ángel Rama. Y en 2010 sintetizó sus estudios de lo
literario en su relación con la Transmodernidad y la función de lo mitológico
en la fundamentación de ese paradigma.
El ensayo Signos triádicos ocupa el lugar de un detonante de su reflexión
dedicada a los cimientos generales de la cultura. Muchos trabajos previos convergen
en él; pero un trabajo enorme aparece ante su conciencia: lo literario en sí,
lo literario en Latinoamérica y el diálogo entre producción literaria y teoría
de esa producción.
Para concluir esta semblanza me permito
compartirles tres fragmentos estratégicos de su obra: la dedicatoria de su
novela (TRES RÍOS) que dirige a su hermano Gustavo Zalamea. La primera frase de
la novela (a manera de anzuelo)
«Con tranquila parsimonia, milenario, eterno,
el inagotable lago se vertió en la boca del río». Siento, al leer esta frase
una plasticidad casi arquetípica….
Por
último el epígrafe de Novalis, que Zalamea no se cansa de escribir como
sugerencia intuitiva de las últimas etapas de lo que va de su trabajo.
Zalamea explica su insistencia en las primeras líneas de su ensayo Pasajes
Demediados. Otro ensayo que disfrutaría mucho presentando. Pensaría en una
trilogía formada por este ensayo, junto con América una trama integral y Razón
de la frontera y fronteras de la razón. Tres resultados inmediatos del
ejercicio de lectura pragmática (o transmoderna) que desarrolló en Signos
triádicos. Podemos aquí hacer una pausa para explorar inquietudes que ustedes
quieran compartir.
Como dijimos, en esta segunda parte del recorrido de esta conferencia veremos
el ensayo Signos triádicos, Lógicas – Artes –Literaturas. Nueve cruces
latinoamericanos… en su dimensión filosófica… Como cumbre de los estudios
realizados por Zalamea a la obra de Charles Sanders Peirce.
Otra razón que justifica mi conferencia es que durante tres años me dediqué a
estudiar específicamente el ensayo Signos triádicos. Resultado de ese estudio
es mi ensayo «Belleza, memoria e identidad, hacia una lectura transmoderna de
la literatura latinoamericana contemporánea». Encuentro así que en ese ensayo
convergen todas las trayectorias discursivas de Zalamea; quien propone una
síntesis particular del Pragmatismo peirceano, adecuada a las principales
cuestiones del pensamiento latinoamericano y deja a la mano la posibilidad de
pensar en una teoría transmoderna de la literatura latinoamericana
contemporánea.
Por
estos días empiezo a revisar con toda mi atención sus estudios de los gráficos
existenciales de Peirce, los cuales aportan la base general del sistema
pragmatista. Estudio también la posible relación de su propuesta, con otra que
parece sorpresivamente familiar: se trata del “enfoque comunicativo de la
producción e interpretación del sentido literario” que viene desarrollando otro
investigador colombiano; el profesor Luis Alfonso Ramírez Peña. Sospecho que la
combinación de estos dos esfuerzos, sostenidos por décadas, puede llevarnos a
algo especial en un futuro cercano.
La idea de belleza es un pivote primordial en toda la obra de Zalamea. Funciona
como ideal personal, funciona como criterio en su concepción del quehacer del
matemático y del creador científico en general, y funciona también como
criterio de organización en su proceso de recepción de cualquier tipo de
manifestación artística. Cita a Shelah y a Marta Traba como fuentes principales
de la idea que él ha desarrollado a ese respecto con la misma disciplina que
conoció en Ángel Rama, que identificó en Peirce y que a su manera ha acogido… y
que yo admiro y quisiera comunicarles ahora.
Un problema importante, antes de ir al texto
en sí, tiene que ver con el concepto de «lo contemporáneo» en la obra de
Zalamea. En el argot de los estudios literarios se trata del problema de las
fronteras entre períodos (con su correlato en el problema de los límites entre
los géneros literarios)… Para esbozar la solución que aporta Zalamea acudo a un
gráfico existencial de la periodización de las matemáticas que él presentó en
su Cátedra «Grandes corrientes de las matemáticas del Siglo XX» y que
posteriormente incluyó en su ensayo «Filosofía sintética de las matemáticas
contemporáneas». En el gráfico, el tema de la periodización desborda su
apreciación lineal, y resulta observable con gran precisión un sistema de
correlaciones, traslapes complejos y autonomías relativas entre periodos
diversos.
No
dudo de la relación análoga entre esta manera de observar la historia relativa
(inmanente) de las matemáticas y una posible manera de ver la historia
de la literatura en general y de la literatura latinoamericana contemporánea en
particular (uso la palabra “relativa” con respecto a la Historia con mayúscula,
la de los historiadores, porque el tiempo no es “absoluto”). Pese a mi
convicción, esa analogía está por desarrollarse sistemáticamente. Para lo cual
parece indispensable revisar el estudio que Zalamea hizo de los diagramas
existenciales de Peirce.
Por
otra parte, es importante resaltar que en casi todos los colegios apenas si se
estudian las matemáticas elementales y, de una manera muy superficial –incluso
tangencial–, estudian las matemáticas modernas. El estudio de las matemáticas
clásicas suele relegarse a la modalidad del divertimento ocioso (en todo el
sentido de la expresión). En la Universidad, en pregrados de matemáticas, se
abordan con rigor las matemáticas modernas de modo que se experimenta lo
contemporáneo parcialmente y se presiente (muchas veces no a conciencia) lo
puramente contemporáneo. La región diferenciada con color define el espacio de
tránsitos entre lo moderno y lo contemporáneo… Es decir, el ámbito de lo
Transmoderno en las matemáticas.
De esta manera llego a un factor que según Zalamea permite diferenciar el pensamiento
Moderno y el Posmoderno del pensamiento Transmoderno. Dice Zalamea que el
pensamiento Moderno (especialmente los positivistas y los románticos) asume las
matemáticas como el fundamento de una ciencia absoluta, eterna, estática,
verdadera, rigurosamente deductiva y ‘rígidamente fundamentada’. El pensamiento posmoderno degradado está de acuerdo, a su manera, con esa caracterización
(positivista) de la ciencia, más bien restringida a las matemáticas
elementales.
Dado
que concuerda con esa caracterización, a partir de ella cuestiona con vehemencia la ciencia para
radicalizar una barrera entre creación literaria y eso que considera como una
“producción automatizada de la ciencia”, como si los computadores pudieran
crear teoremas…
El
pensamiento creativo, Transmoderno, en cambio, supera esa tensión y encuentra
que las ciencias, al igual que las artes, superaron la etapa de los postulados
(absolutos) y han conquistado una época en que se ocupan más del estudio
inestable, relativo, de las relaciones. En consecuencia tanto sus motivos, como
sus métodos son variables, dinámicos, siempre incompletos y por lo mismo
factibles y siempre corregibles. Por lo tanto sus principales aportes se
desligan intuitivamente de las acostumbradas trayectorias deductivas. En
síntesis, las matemáticas de hoy han superado la rigidez axiomática positivista
y se encuentran en una etapa de axiomatizaciones basadas en procesos de
correlación.
Con esos presupuestos. Podemos ahora sí pasar a observar superficialmente la
introducción y el capítulo cero del ensayo de Zalamea. En esta sección se
encuentra una exposición detallada del Pragmatismo de Peirce y el estudio a un
cuento de Calvino que permite ejemplificar en sus más íntimos detalles dicho
sistema. Para presentar el sistema, estratégicamente anuncia su capacidad de
justificar analogías entre creaciones matemáticas y creaciones artísticas.
Concretamente sistemas lógicos creados desde la segunda mitad del siglo XX con
obras de arte dadas en el ámbito latinoamericano.
Al final de la introducción, el autor no duda de la tremenda originalidad de su
trabajo. Veamos entonces algunos detalles escogidos del primer punto aquí
anunciado: Signos triádicos es “un ensayo en el que Zalamea presenta el
pragmatismo como teoría del conocimiento que permite desarrollar la relación
que hay entre Lógica matemática y Estética”.
Para empezar, Zalamea nos recuerda que este interés por establecer relaciones
entre razón y emoción no es nuevo en el contexto de los pensadores latinoamericanos.
Así lo prueba el neologismo de Vaz Ferreira… primer latinoamericano en
acercarse a la obra del filósofo norteamericano creador del pragmatismo.
Con
el concepto de transculturación, Zalamea extrapola esa relación entre
modalidades de lo específicamente humano, que conlleva el concepto de
razonabilidad, al plano de la relación entre sistemas híbridos de expresión
cultural como los que se dan en Latinoamérica.
Un
salto dramático, quizás, pero que permite justificar las particularidades culturales
latinoamericanas como fuente de alternativas culturales a problemas de orden
global.
En una mirada muy general del sistema peirceano, tal como lo sintetiza Zalamea,
encontramos que el sistema está constituido por cinco componentes. Nos acercaremos
aquí tímidamente a los dos primeros. Los otros requerirían muchas sesiones de
estudio. No sobra reiterar aquí que lo que venimos llamando «el pragmatismo» es
un sistema filosófico, es decir… una teoría del conocimiento… la definición
básica de lo que se asume cognoscible, la razón y la manera como eso puede
llegar a conocerse.
El ‘deslinde fenomenológico’ en categorías zeno pitagóricas permite observar en
términos muy generales aquello que puede llegar a conocerse, según el sistema
de Peirce. Es decir: algo así como una tipología de los motivos a estudiar.
Imagínense ustedes una clasificación de las ciencias: ciertos campos de
conocimiento pueden ocuparse de estudiar primeridades del mundo, otros a
segundidades y otros más a terceridades; sea cual sea el motivo primero de
estudio, este motivo en su momento va a estar constituido por primeridades,
segundidades y terceridades… y así recursivamente. Razón por la cual todo
conocimiento es inagotable.
Ahora
bien, nada hay que sea meramente primeridad, segundidad o terceridad… Es
necesario comprender que un tema, sea cual sea, es acogido por el pragmatismo
como un SIGNO: un sistema formado por la realidad en sí del tema (primeridad),
por los representámenes mediante los
cuales lo procesa el pensamiento (segundidad) y un mediador, interpretante, que
opera la relación entre los dos primeros (terceridad); es decir algo que de por
sí está constituido por ámbitos definibles mediante la triada básica de
categorías fenomenológicas.
Por otra parte, la máxima pragmática, establece (no un «principio fundamental»
sino) cierta dinámica modal de lo que sería algo así como un método progresivo
del ir conociendo. Zalamea nos muestra que Peirce fue construyendo esa máxima:
en 1978 nota que el conocimiento de un signo determinado solo se puede afirmar
luego de revisar todo aquello que de una
u otra manera esté ligado con sus posibilidades interpretativas. Veinticinco
años después Peirce incluye la necesidad de verificar lo que se ha conocido en
las diversas manifestaciones que pueda experimentar ese signo. Finalmente, un
par de años más tarde, Peirce relaciona las dos formulaciones anteriores de la
máxima en una que interpreta su interrelación; revisado un signo en sus
múltiples dimensiones y especificado con base en los ajustes requeridos
mediante el proceso de verificación… puede decirse que se ha obtenido el
conocimiento del signo en investigación.
Como vemos, la finalidad de Signos triádicos es desarrollar la teoría peircena
del conocimiento sobre la relación entre la creatividad racional (Lógicas no
analíticas) y la creatividad sensible (música, pintura, arquitectura y
literatura). Este es un tema prioritario en el tránsito de la teoría de las
industrias culturales (siglo XX) a la teoría de las industrias creativas (Siglo
XXI).
El tiempo es corto y apenas si alcanzaremos a trasegar una de las cinco
lecturas a obras literarias que Zalamea realizó en el cuerpo de «Signos
triádicos». Veremos cómo allí Zalamea, con base en el pragmatismo, relaciona
los desdoblamientos distintivos de la narrativa de Felisberto Hernández y las
mutaciones mediante las cuales, a partir de sus estudios de Teoría de la
recursividad -en el área de la computación- en matemáticas, Stephen Kleene
llegó a consolidar una alternativa lógica novedosa: la lógica intuicionista.
El pragmatismo le permite a Zalamea ordenar de una manera consistente la
producción creativa dada tanto en el campo de las matemáticas como en el de las
artes. En el cuerpo del ensayo desarrolla nueve micro-ensayos de semiótica
comparada… compara signos estéticos, con signos lógicos… establece analogías
entre procedimientos implementados en uno y otro campos de la creatividad
humana: las modulaciones de la música de Villa-Lobos con las modalizaciones que
Kripke implementa sobre la lógica proposicional; los desdoblamientos de la
narrativa fantástica de Hernández con las mutaciones que llevaron a Kleene a la
Lógica intuicionista; lo arquetípico del universo rulfiano con las simultaneidades
de la lógica paraconsistente; las configuraciones con las cuales Onetti y
Post sellaron sus procesos
composicionales, el primero de su descomposición de la identidad y la verdad
unívocas de sus personajes siempre inconclusos y el segundo de su estudio
sistemático del lindero de indeterminación entre lo mecanizable y la ‘libre’
actividad psíquica; etcétera. Siempre hay muchas cosas que no les alcanzo a
contar.
Observemos sólo un ejemplo; aunque no con todo el detalle posible… ya lo hemos
dicho: el conocimiento de un símbolo es en todo caso inagotable. Para empezar
una hipótesis retórica: Tanto la lógica como la narrativa constituyen procesos
simultáneamente expresivos-cognitivos. Así mismo, tanto Hernández como Kleene
acuden a proceso de metamorfosis constantes en el desarrollo de sus creaciones.
Uno opera con imágenes narrativas y el otro, con conceptos lógicos.
Zalamea se refiere a cinco efectos de las «Mutaciones» que cuidadosamente va
introduciendo el lógico o el narrador: esta técnica de los desdoblamientos
permite regular las variaciones que sufre la unidad en su transitar hacia la
multiplicidad que le circunscribe. De tal manera el lugar central de la unidad
inicial se derrumba y se multiplica fragmentada. En consecuencia se desdibuja la
identidad unívoca e inmóvil para dar lugar a otra idea de identidad variable
aproximable a partir de atender las asociaciones y correlaciones mediante las
cuales la identidad se manifiesta.
En su estudio, Zalamea implementa la máxima… esto le permite acotar los temas
hasta niveles extremos… Se desplaza hasta el taller de literatura potencial
que, fundado en 1960 y del cual participó Ítalo Calvino, estudia la relación de
la narrativa fantástica y las matemáticas; y en la cita siguiente, en un par de
frases engloba las características históricas generales de la obra del
narrador. Como parte en sí de su lectura incluye un gráfico existencial beta…
que le permite mostrar cómo ocurre que el narrador, Felisberto, acceda a esa
poética compleja basada en la transgresión a los límites de la lógica
analítica, sin perder por ello el control sobre su realización.
Vuelve sobre lo que el autor dice de su propia obra, material que por cierto no
es externo a la obra en cuanto signo. Aunque no desaprovecha, conscientemente,
la apariencia de que se trata de discursos de distinta índole, no deja de
marcar señales de su cuidadoso ocultamiento.
Actualiza la opinión de Cortázar. La comprende en su razón; pero la corrige y
con ello corrige un error común en el ámbito
de los estudios literarios: «la narrativa de Felisberto SÍ TIENE estructuras
lógicas», y «LA REALIDAD SÍ PUEDE, en parte, SER CAPTADA POR LA LÓGICA. No la
lógica rígida, clásica o escolástica en que seguramente pensaba Cortázar, sino
una lógica mucho más amplia». De allí pasa a describir los estudios realizados
por Stephen Kleene… de los cuales tal vez conversemos con detalles en otra
ocasión.
Luego de lo cual… establece ciertas conclusiones. Las imágenes narrativas de la
obra de Felisberto Hernández y los conceptos lógicos de la obra de Stephen Cole
Kleene experimentan metamorfosis análogas, propias del segundo nivel de
primeridad a la luz pragmática de Peirce. Como resultado de esta comparación,
el desdoblamiento aparece como una
técnica narrativa capaz de desencadenar cierto extrañamiento en quien disfruta
la obra literaria. De allí, Zalamea interpreta la ruptura de la identidad, la
fragmentación de la realidad, el polimorfismo, la transgresión de los límites y
el esbozo de mixturas fronterizas como efectos del desdoblamiento controlado. La
disociación del yo, su descentramiento, motiva la inclusión del otro en sí. Procesos
de evocación recursiva que mueven evaluaciones transitorias…
Curiosamente, el detalle descriptivo que alcanza Zalamea
amerita el mismo adjetivo que el da a la técnica que describe: es sorprendente
¿De qué manera llega Zalamea a establecer el desdoblamiento como el patrón
técnico invariante de procesos metonímicos (“vaivén natural entre lo uno y lo
múltiple”), metafóricos (“descentramientos y traslados semánticos”) y
analógicos (“asociaciones y traslados entre objetos y conceptos aparentemente
dispares”)?
Por una parte, pareciera que las categorías disponibles
en la teoría de los tropos fueran insuficientes de por sí para registrar el
dinamismo de los sorprendentes procedimientos sorprendentemente descritos. Por
otra parte, pareciera que la continuidad en la cual se integran esas categorías
quedara al margen de la disposición discreta propia del sistema de los tropos.
Sin embargo, tampoco es posible plantearlo en
términos definitivos, pues son muchos los autores que se han esforzado por
afirmar esa doble continuidad, aunque tal vez sin éxito. Las rupturas entre las
teorías con las que la modernidad estudia lo macro y las que emplea para la
comprensión de lo micro son recurrentes en todos los ámbitos del conocimiento
humano. Acaso el aporte de Zalamea, a este respecto, tiene que ver con mostrar
el plano epistemológico (el pragmatismo peirceano) en que esa doble continuidad
resulta demostrable con un alto grado de sencillez y precisión.
De modo que el desdoblamiento
de objetos narrativos (textos, personajes y otros objetos fantásticos, por
ejemplo) aparece como una categoría transversal
a las modernas categorías de la teoría de tropos.
¿Zalamea encuentra este enorme potencial del desdoblamiento al comparar la lógica
intuicionista con la literatura fantástica?
No se pueden generalizar las afirmaciones que se hagan sobre la teoría
general de la recursión (Kleene) a toda la lógica intuicionista, como tampoco
se puede generalizar lo dicho sobre la obra fantástica de Felisberto Hernández
a toda la narrativa fantástica. Bajo esta advertencia, las afirmaciones
siguientes deben ser interpretadas casi con el mismo cuidado con el que serán
construidas.
La literatura fantástica y la lógica intuicionista
presentan, en su interior, campos acotados que responden a principios análogos.
Son composiciones primitivas que no alcanzan a definir estructuras, ni siquiera
es posible referirse a ellas como configuraciones. ¿Son infra-composiciones?
Tomemos de lo expuesto algunas conclusiones para esta conferencia: Es de gran
importancia observar el sentido plural del pensamiento contemporáneo; tiene sentido,
en este punto, la crítica juiciosa desarrollada por los intelectuales de las
sociedades posmodernas; pero también es necesario considerar la posibilidad de
reintegrar la unidad profunda de la cultura… la necesaria oscilación entre
estos dos polos unidad y multiplicidad es «lo que se ha querido reconstruir en
signos triádicos». Sin bien es cierto que el mundo no se puede conocer como una
unidad fija, invariante, absoluta… etcétera; también es cierto que la
multiplicidad por sí sola tampoco nos permite el conocimiento de lo que somos.
Algo parecido puede observarse en las teorías de género o de raza, incluso. No
se trata de unificar, ni de desintegrar. Se trata de mantenerse atentos al
dinamismo que en la vida nos mantiene entre la unidad y la multiplicidad
inagotablemente.
Signos triádicos constituye una cumbre en la obra de Zalamea considerando que
allí convergen los múltiples temas desarrollados durante algo más de 20 años en
ese momento; y que también de allí derivan sus ensayos posteriores.
En especial al contexto de los estudios literarios puede ser que le aporte: una
idea innovadora de lo contemporáneo… y con ello herramientas acordes con sus
necesidades en el ámbito de la periodización literaria y tal vez incluso al de
la teoría de los géneros… Una investigación que ahora mismo estoy realizando.
Pero sobre todo… una manera muy rigurosa de abordar la obra, con recursos
verbales que (regulados a conciencia) ampliarían el léxico de nuestra comunidad
de conocimiento… y con recursos metodológicos que aún están por descifrar en
sus más cuidadosos detalles.
Hemos visto cómo la obra de Zalamea encaja perfectamente en el periodo definido
para sus estudios de esta clase; cómo efectivamente configura «un tejido
complejo» dado bajo una actitud integradora de contextos culturales múltiples y
mediante una práctica muy consciente y rigurosa del oficio de la escritura.
Cabría, eso sí señalar, que en los ensayos de Zalamea, si bien el sentido
político se desdibuja en cuanto circunstancia coyuntural tiende reconstruir al
valor de Occidente como unidad cultural y como referente ineludible en los
procesos creativos mediante los cuales día tras días intentamos figurarnos
respuestas a nuestras preguntas y necesidades humanas fundamentales.
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